En la decoración lo que parece es lo que es. Reconocer que el ojo ha sido engañado no nos enfada, nos sorprende o asombra. A mi me maravillan los engaños (sólo en temas decorativos). Pintar con rayas verticales hace a las paredes más altas, los colores claros en las paredes o en los muebles hacen que las habitaciones parezcan más grandes. Se crea profundidad donde no la hay, aparecen ventanas que traslucen paisajes donde no hay sino un muro, pilares inexistentes, puertas que se abren o piernas delante de la barra de un bar...
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En mi casa hay una pequeña trampa al ojo, con la que pretendía confundir la pared y el zapatero que se apoya en ella. No sé si lo conseguí.
En definitiva, cualquier técnica decorativa es una trampa al ojo, craquelando, dando pátinas, desgastando, damos una apariencia diferente a la que tenía en su estado original. Esto es un ejemplo. Una cómoda de pino barnizada en color miel con banqueta a juego. Primero la lijé, luego la pinté con un esmalte acrílico satinado de Bruguer color blanco hueso y, finalmente, le di una cera para patinar color plata de Liberón. Parece otra. Es otra.
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