lunes, 23 de mayo de 2011

Buen tiempo, comedor exterior y huerto urbano [Good weather, outdoor dinning-room and urban vegetable garden]

Ya llega el buen tiempo y es plena primavera, casi verano, en algunas latitudes, apetece mucho más estar fuera de casa, salir de paseo, frecuentar las terrazas de las cafeterías, y comer al aire libre. La revista House Beautiful nos muestra un estupendo comedor exterior en un entorno envidiable. ¿A quién no le gustaría pasar el día aquí?



Estos tomates me han traído recuerdos del año pasado y de mi proyecto primaveral de huerto urbano. Hace poco más de un año, se me ocurrió exagerar mi afición por las plantas y montar un huerto urbano en la azotea. Hice semilleros de tomates, pimientos de Padrón, berenjenas, albahaca y menta. Los cuidé y mimé desde que eran semillas hasta que fueron grandes. Consulté todas las páginas web y tutoriales que encontré sobre el tema (todavía recuerdo un vídeo que fue mi salvación para aprender a podar los tomates). Compré tierra, macetas (usé cubos para los tomates), guano, estiércol de caballo, en definitiva, todo aquello que hacía de mi producción algo ecológico. Los mantuve bien regados bajo un sol abrasador durante todo el verano. Cuidaba a las mariquitas para que los defendiera de los pulgones y no usar pesticidas. Afortunadamente, hice fotos:

Algunos de mis semilleros

Delante, algunos de mis cactus (que siguen viviendo en casa), a la derecha, la albahaca, a la izquierda, un semillero de berenjena, al centro, la menta y detrás, algunos plantones de pimientos.
 Y todos iban creciendo
Los tomates

Más tomates

Los pimientos de Padrón

Y las berenjenas (arriba y abajo)





Y, por fin, parte de la cosecha
La historia termina así: las berenjenas fueron tan pocas y pequeñas que me daba pena comérmelas; los tomates no superaron los cuarenta (unidades, no años), estaban riquísimos pero maduraban todos a la vez por lo que tuvimos que comer muchas, muchas ensaladas. Los primeros pimientos que recogí estaban buenísimos, pero, después de unos días de mucho calor, el resto de pimientos no se podía ni oler, si los mordías te quemaba hasta el alma (si la tenías). 
No hice cuentas, siempre he pensado que el dinero gastado en disfrutar está bien gastado (y yo disfruté mucho con el huerto urbano), pero aseguro que estos han sido los tomates más caros que he comido nunca. Desde entonces, admiro más a quienes se dedican a la agricultura.

2 comentarios:

  1. Bueno Chari, lo intentaste al menos! Nada como la propia experiencia para después opinar jaja!
    (igualmente se ven muy lindos esos tomates eh?)

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  2. ¡Qué bueno! Nosotros este año nos hemos atrevido con una parcelita, pero yo ya estoy temiendo cuando empiecen a madurar los tomates, ¡no vamos a comer otra cosa!

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